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23 FEB

CONCURSO DE MICROS 22-23 DE ALI I TRUC. QUINCENA XII (2 de 2)

Aquí tenéis los 31 relatos que empiezan con la frase «Al difunto trata de mirarlo solo por el visor», comienzo de la novela "Anoxia" de Miguel Ángel Hernández.

Viene de AQUÍ

 

EL TOPÓGRAFO, de Natividad Fernández.

Al difunto trata de mirarlo solo por el visor. Estaban realizando las catas de un solar donde se iba a construir un complejo de lujo; hasta el momento todo se desarrollaba según lo previsto, cuando apareció aquel difunto en uno de los desmontes. El aparejador no sabía bien que hacer y lo único que se le ocurrió hasta que llegara la policía y descubrieran el misterio era que el pobre hombre que manejaba el cartógrafo no dejara de mirar por el visor.

Harto y cansado de soportar la misma postura, soltó por un momento el visor y ¡ho!, vaya susto... ¡Y vaya borrachera!

 

GENÉTICA, de Sofía Ortiz.

—Al difunto trata de mirarlo por el visor –ordenó el policía, incómodo por la situación.

La reina, curiosa, no podía evitar querer ver el horripilante escenario creado por su querida hija; su comprometido asesinado violenta y sádicamente, muy impropio de una dama, y más siendo de la realeza.

—¿Qué le habrá ocurrido para cometer tal acto? –preguntó el padre tratando contener su tristeza y desconcierto.

—Es igual que yo –afirmó la madre–, yo tampoco estuve muy conforme con mi matrimonio…

 

SUCESOS, de Raquel Zaragoza.

«Al difunto trata de mirarlo solo por el visor. Supongo que hacer reportajes póstumos no es agradable para una redactora mojigata como tú; pero, es lo que hay. Necesitamos una “BOMBA” para ¡¡¡ya!!! Tráeme algo macabro, ¡con mucha sangre!», gritó el redactor jefe mientras me echaba de su despacho.

Tuve que hacerlo. Procedí tal como él me había indicado: lo miré por el visor y disparé. Luego…, le tomé unas fotografías.

Poco antes de la hora de cierre el material ya estaba listo para su publicación.

 

HASTA EL MÁS VALIENTE TIENE UN LÍMITE, de Marcelo Celave.

—Al difunto trata de mirarlo solo por el visor porque si lo miras directamente a la cara, es capaz de levantarse y darte un navajazo. No sabes lo que era en vida, él solo se enfrentó a una docena de muyahidines y los mató, por no contarte cuando se bañó en un lago infestado de cocodrilos. Tenías que verlo abriendo y cerrando fauces como si fueran pétalos de margaritas… nunca vi un hombre más temible.

—¿Y cómo murió?

—De tres puñaladas certeras.

—¿¿¿Quién fue???

—Entró a la cocina de su casa con las botas embarradas ¡sobre el piso recién fregado por su esposa Matilda! Fue lo último que hizo…

 

ALTAMIRA, de Francisco Eugenio Crespo.

—Al difunto trata de mirarlo solo por el visor.

—¡Papá, eso es imposible! ¡Hay cientos de muertos en el suelo! No puedo verlos a todos a través del visor del rifle.

—Inténtalo hijo, por favor. Sólo tienes once años y no quiero que tengas un trauma de por vida.

—No te preocupes, papá. Al principio me costó, pero ya estoy preparado. Lo que no entiendo es cómo hemos acabado aquí.

—Todo empezó hace muchos años, hijo mío, en Ucrania. Parecía que era una guerra que estaba muy lejos de nosotros y no nos afectaría… y ahora estamos aquí… defendiendo el Palacio de Altamira intentando evitar el avance enemigo…

 

SAN PEDRO, de Francisco Eugenio Crespo.

—Al difunto trata de mirarlo solo con el visor.

—Pero estoy harto de ver a través de esta pantalla todo el tiempo. Sólo veo sombras que están delante de mí y las dejo pasar o las mando al infierno según tus consejos.

—Son órdenes de arriba —dijo San Pedro.

—Desearía ver cómo son estas almas que vienen. Además, si estoy muerto, que más me puede ocurrir… y diciendo esto se quitó el visor al mismo tiempo que venía otro difunto.

—¡Mi nieto! ¡No puede ser! ¡Aún no ha llegado tu hora!

—Otro más que desobedece. Pues nada, al infierno. Escogeré al siguiente —dijo San Pedro.

 

LA EDAD NO PERDONA, de Fina Martínez Lozoya.

Al difunto trata de mirarlo solo por el visor de la cámara, lo demás es cosa mía, su muerte ha sido irremediable, abusaba de un fármaco del que nunca consultó con su médico pues probablemente se lo hubiese prohibido por lo que padecía, así que yo como médico forense haré un informe de los resultados de la autopsia. No paro de pensar cómo se lo va a tomar su familia cuando sean informados, sobre todo su mujer; tenía sesenta años, se marchó a un viaje de negocios y lo encontraron por la mañana en una habitación de un hotel de cuatro estrellas desnudo y con la «bandera levantada».

 

CADENA PERPETUA, de Mª Ángeles Vaíllo.

—Al difunto trata de mirarlo solo por el visor, —dijo el forense.

El finado era mi íntimo amigo, creí ver como entreabría los labios, y exhalé su alma…

Susurrando dijo, amigo me han envenenado, mira la alianza que llevo ¡es tuya! Tu mujer me la entregó. Quería casarse conmigo por el dinero, yo me opuse y acabó con mi vida ¡perdóname! Lo último que puedes hacer por mí es investigar… El forense sentenció ¡Muerte natural!

Salí dispuesto a buscar la verdad…He vivido un infierno, diez años en un psiquiátrico, diagnóstico esquizofrenia.

Hoy por fin gracias a mi abogado han exhumado el cadáver ¡No estoy loco! ¡Ella cadena perpetua!

 

MUERTE INOPORTUNA, de Ana Medina.

Al difunto trata de mirarlo solo por el visor —dijo Calos dejando el cuerpo en el asiento trasero del coche.

Yo coloqué una manta sobre sus rodillas, le encajé la gorra hasta las gafas y una botella semi vacía de wiski entre las manos. Habíamos recorrido unos kilómetros cuando vimos el control de la guardia civil.

—¡Documentación!

Yo, tranquila, la entregué.

—¿El señor que va atrás? —peguntó el agente

—Está dormido desde anoche —contesté, llevando la mirada a la botella de wiski.

—Puede continuar —indicó con un saludo.

Así pudimos llevar a mi tío, tieso como un palo a su lugar de origen para darle sepultura.

 

MIRADA, de Silvia Espina.

Al difunto trata de mirarlo solo por el visor, dijo mi hermana cuando me acompañó a la morgue judicial.

—Yo quisiera no verlo nunca más, ni muerto ni vivo, ni de cerca ni de lejos —le contesté—, pero debo reconocer el cadáver.

A ese demonio que me hizo la existencia imposible, me hostigó, me acosó sicológicamente, ahora lo veo inerte y como pidiéndome compasión… pero ya es tarde, tuvo lo que se merecía.

 

DISTANCIA DE SEGURIDAD, de Américo Fojo.

Al difunto trata de mirarlo solo por el visor, es el mejor modo de fotografiarlo para que no te impresione su rigidez; el cadáver se torna lejano, impersonal y es el visor el que te otorga esa distancia de seguridad.

Pasa lo mismo cuando debes captar un cuerpo desnudo: la belleza o la fealdad humana se enfrían, se cristalizan y tú proteges tu sensibilidad. Así hacen los del cine porno.

Eso sí… si no quieres que el sexo y la muerte te impresionen demasiado… ¡dedícate a filmar bodas y bautizos!

 

LITERAL: FRANCOTIRADOR, de Rafa Olivares.

Al difunto trata de mirarlo solo por el visor de la carabina telescópica, le habían ordenado. Es un objetivo difícil, pero no imposible. El especialista mantiene la respiración mientras ajusta el objetivo en su punto de mira. La orden es clara: asegurar su muerte. Con un movimiento suave, aprieta el gatillo y el cadáver sufre una leve convulsión. Ahora, un orificio decora su entrecejo. El francotirador guarda su arma y se retira del lugar de las exequias sabiendo que ha cumplido su misión. No hay emociones, solo el convencimiento de que el Generalísimo está bien muerto.

 

GÓNGORA, de Felipe Tenenbaum.

—Al difunto trata de mirarlo solo por el visor. Los traductores, intérpretes y trujamanes siguen siendo peligrosos después de fallecidos. ¿Y si se le da por traducirte el idioma de los muertos? Podría envolverte con su saber del más allá y arrastrarte sin que te des cuenta. Mi abuela dice que a veces invocan a muertos famosos.

De pronto, los labios del trujamán fenecido se abren y cierran como provocados por aquella frase. Un murmullo de ultratumba encandila a los forenses: «Infame turba de nocturnas aves».

—¡¿Eres Góngora, no?! ¡Recita algo más!

—…

—Espera, no te vayas. ¡Queeeédate!

—Uffff. Quevedo no cesa de importunarme ni después de muerto.

 

CURSO DE FOTOGRAFÍA, de Américo Fojo.

Al difunto trata de mirarlo solo por el visor, dijo el profesor, y para reforzar la lección, relató esta anécdota:

«En un día de invierno, lluvioso y frío, paseaba por la plaza y vi a una pobre viejecita, acurrucada en un portal que apenas la protegía del cierzo húmedo.

Temblando, extendió su mano hacia mí, pidiendo una limosna…»

—¿y que le has dado? —lo interrumpió Felipe, uno de los alumnos.

—Como estaba oscuro y quería un fondo flou, le di velocidad de obturador 1/30 y apertura de diafragma 22.

 

SILENCIO… SE RUEDA, de Paquita Márquez.

—Al difunto trata de mirarlo solo por el visor encuadrándolo de cuerpo entero; no le enfoques la cara, que el actor está nervioso y se le nota movimiento en los ojos.

—¿Y no podíamos haber escogido a otro que hiciera mejor su papel?

—No es tan fácil. Ten en cuenta que a ciento cuarenta kilómetros por hora se abre el portón del coche fúnebre, el ataúd cae a la calzada, el muerto sale rodando, un camión no lo puede esquivar, lo atropella, choca con la mediana y se incendia la escena… Los actores que hacen bien de muertos los tenemos a todos en la UCI.

 

EL HORNO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, de Felipe Tenenbaum.

—Al difunto trata de mirarlo solo por el visor. O mejor aún, ni lo mires.

Entre las brasas incandescentes del gran horno se oye una especie de murmullo: «¡Socorro! Dejadme salir».

—Tampoco lo escuches…

—Pero… —apoyas un oído en la compuerta y percibes con claridad: «Todavía soy útil. Dadme otra oportunidad».

—Ni caso. Todas las palabras en desuso protestan un poco cuando les llega la hora. Recuerda el escándalo que armó «cáspitas» cuando la incineramos. Y mejor ni hablar de «allende», «córcholis» y «correveidile».

—Sí, lo entiendo… pero… —miras por última vez por el visor—, ¿De verdad ya nadie dice «gracias»?

—No, ya no. ¡Qué pena!

 

CON GARANTÍA, de Paquita Márquez.

Al difunto trata de mirarlo solo por el visor de la cámara. No se te ocurra mirarlo directamente que es capaz de revivir otra vez; todos sabemos cómo las gasta padre. No te confíes ni un pelo que ya has oído a madre: «Estas setas no son de fiar, igual lo matan que lo dejan como muerto… sin estarlo». Así que haz la foto para el seguro rápidamente, acércate corriendo y clávale la estaca, para asegurarnos.

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