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12 OCT

CONCURSO DE MICROS 23-24 DE ALI I TRUC. QUINCENA II

Aquí tenéis los 22 relatos que empiezan con la frase «Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira», comienzo de la novela "La mejor persona", de Xavi Puig.

Con esta frase, inicio del libro La mejor persona, de Xavi Puig, deben comenzar los relatos de esta primera quincena de la tercera temporada del concurso de relatos de Ali iTruc con Onda Cero.

Hemos recibido un total de 22 relatos (ordenados alfabéticamente a partir del primero recibido) que, durante los días 13, 14 y 15 de octubre pueden ser votados por los autores y resto de público enviando sus puntuaciones al correo david@aliitruc.es, eligiendo los tres relatos favoritos. De estas votaciones, saldrá la terna finalista de la quincena, que conoceremos el próximo lunes 16 de octubre en Onda Cero Elche,

 

VECINOS

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira.

No me acabo de adaptar al clima, ni a los días tan largos que se disfrutan aquí, yo que soy nocturno por naturaleza.

Intento ser amable con mis nuevos vecinos, pero no soporto cuando me miran con ojos de búho ni esos aromas horrendos que salen de sus chimeneas a la hora de cocinar.

La otra noche me invitaron a una barbacoa, y allá que fui con ánimo sincero de socializar. Todos charlaban y reían, pero cuando di el primer bocado me miraron asombrados, y cuando la sangre corrió por el cuello de aquella chica, salieron huyendo despavoridos.

 

YA ESTÁ BIEN, NATALYA

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. Lo intento, pero no puedo. No me quito de la cabeza nuestros paseos por la playa riéndonos de las gaviotas que se disputaban nuestras migajas, o cuando recorríamos las calles de la ciudad con tu brazo enganchado al mío guiándome hacia infinitas quimeras. Lo que daría por revivir un minuto de aquellos a tu lado… pero tú ya me olvidaste, soy parte de tu pasado y sé que me sigues preguntando sólo por esa inmensa bondad que impulsa todos tus actos. Yo no puedo olvidarte Natalya. No puedo. ¡Así que haz el favor de no preguntarme más, cojones!

 

COMO UN LIBRO ABIERTO

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira.

Mi nacimiento fue un todo un orgullo para la familia de las letras, pero la fuente de amor se agotaba.

Demasiado largo ha sido el camino desde Madrid. El río se desangraba, cada segundo era crucial.

Cuando avistamos Soria, hasta los árboles otoñales y las nubes de mi portada sonrieron.

En el regazo de doña Leonor, pude experimentar su oasis… Un oasis que se secó demasiado pronto.

Por tanto, amigo lector, no estoy bien. No te extrañe, por tanto, que estén mis páginas emborronadas. De gotas de la mar… De lágrimas de mi padre, don Antonio Machado.

 

COMPARANDO…

Natalya: Me preguntas que cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. ¡Menudo problema tenemos con la mascota que nos regalaste! Resulta que no es un roedor gigante de esos raros australianos, ¡qué va! ¡Es un extraterrestre! ¡Y con poderes! Cuando menos lo esperas, se transforma en uno de nosotros. Me enfadé con Juan, mi marido, y al rato me sorprendió ¡haciéndome carantoñas, pidiéndome perdón y con ganas de tema…! ¡Lo nunca visto! Pues cuando estábamos en lo mejor, ¡nos sorprendió Juan, el verdadero! Y anoche, cuando iba a acostarme, ¡me vi a mí misma saliendo de la cama!

Ahora, ni Juan ni yo podemos evitar las comparaciones…

 

CONVERSANDO CON NATALYA

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira, pero me gusta que preguntes, que te preocupes por mí, también es una excusa para conversar entre nosotras, con todo el tiempo del mundo, llevando el carro con nuestras cosas, hablando de temas comunes y si, ya lo sé, no siempre pensamos lo mismo y cada una tiene su opinión, pero eso también está bien…

El hombre gordo que atiende el puesto de tabacos, se volvió hacia su mujer. —Mira, allí va esa mujer que vive en la calle, empujando su carro de supermercado y como siempre, hablando sola.  

 

DEFICIENCIAS MATERNAS

Natalya: Me preguntas que cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira, porque a pesar de las pastillas rosas y azules que me dan en el desayuno, te sigo viendo y oyendo cada noche. Tu carita está borrosa porque solo la vi el día que naciste, la cabecita manchada de sangre y el rostro contraído por tu primer llanto. Te quise enseguida, a pesar de todo, pero no me dejaron quedarme contigo. Mamá dijo que si no era capaz de cuidarme yo, cómo iba a cuidar de ti…

Ahora solo sé que te llamas Natalya, que vienes a mi sueño cada noche, me preguntas cómo estoy y me sonríes. Y entonces lloro.

 

DESENGAÑOS

Natalya: Me preguntas que cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira porque ¡menudo chasco me he llevado contigo! Primero me dices que no puedes vivir sin mí, que soy el amor de tu vida, y en cuanto te enfrentas a mi realidad, vas y te rajas. ¿Qué tengo tres niños asalvajados? Pues sí, pero es que llevan sin madre desde que nació el pequeño. ¿Qué mi casa es una jaula de grillos? ¡Pues claro! ¿Qué quieres, con tres críos y cuatro mascotas? ¿Que no podemos permitirnos ayuda externa? Es cierto, mi sueldo no da para más…

Pero para solucionar todo eso ibas a estar tú… ¿no?

 

EL PERFUME

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira, ya que estoy realmente convencida que mi marido se ve con otra. ¿Por qué lo sé? Los indicios no te engañan después de años de convivencia. Regresa tarde a casa, es más cuidadoso en su vestimenta; además, su chaqueta guarda, a veces, un perfume que me resulta conocido, pero no es el mío.

¿Cómo voy a estar? Curioso que seas justamente tú quién me lo pregunte…

 

ÉL SE FUE

Natalya: Me preguntas como estoy y que sé podría salir del paso, diciéndote que bien, pero sería mentira. La vida es cruel y a mí me ha puesto al límite, él ha muerto y yo me desangro por dentro con su ausencia.

Echo de menos su calor en mi cama, sus canas, esas que se dejaba en la almohada porque se le caía un poco el pelo, su sudor con olor a rancio de viejo, pero era «mi viejo».

Ahora no sé a quién acariciar, a quien decirle, «tómate las pastillas», a quien coger de la mano cuando veo la novela en la tele.

Me muero sin él, Natalya, me muero sin él.

Puñetera vida.

 

EL SECRETO

Natalya: Me preguntas como estoy y qué sé podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira.

Sí, sí, mentira como el resto de mi vida. ¿Qué puedo hacer? La gente me quiere y me admira y yo me desespero por el engaño al que los tengo sometidos; y me pesa en la conciencia y no duermo y lloro amargamente.

¿Digo la verdad? Estoy tentado de hacerlo y quitarme esta losa de encima, pero, ¿qué adelanto?, ¿hundir la vida de mi familia, destrozar a mis hijos? Preguntas y más preguntas que me atormentan.

Por favor Natalya, no cuentes a nadie mi secreto, no cuentes que en el congelador del sótano hay tres cadáveres, no lo cuentes.

 

INSURRECCIÓN

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. Apenas soy consciente del tiempo que llevo encerrada sin más contacto al exterior que esta pequeña ventana, creo que han pasado ya veinticinco años. «Depresión severa», ese fue mi diagnóstico. Qué más dará, ya nada tiene sentido.

Nunca llegué a entender por qué se fueron.

Me tumbé en mi sofá y en la ventana pude ver como una estrella fugaz atravesaba el oscuro cielo nocturno e inconscientemente pedí el deseo que emanaba de mi alma.

A la mañana siguiente una notificación sentenció el final de mi exilio: «El Último de la Fila ha regresado».

 

LA ARAÑA

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. Lo cierto es que aún recuerdo el matiz de sus cabellos bajo la luz de la luna y su cara mirando al infinito. Esa noche descubrí cómo era en realidad. ¿Su pelo? Hebras blancas enredadas como alambres bajo una espesa capa de barniz. ¿El perfil de su rostro? La efigie de piedra de una mente fría y despiadada, maestra del maquillaje y del disfraz.  Quedé atrapado en su tela de araña, por fortuna, logré desprenderme y esquivar su picadura letal. Después desapareció.

—Natalya, ¿cómo has entrado? Y ¿por qué apagas la luz? Natalya, tu pelo parece de… ¡¡Dios mío no!!

 

LA VERDAD

Natalya, me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. La verdad es que las manos me tiemblan y las piernas me fallan. La verdad es que me fatigo mucho, duermo poco y sufro ataques de taquicardia. La verdad es que, desde hace algún tiempo, en mi cabeza las emociones se confunden y los recuerdos se emborronan. La verdad es que me da miedo la soledad, pero no puedo ni quiero abandonar mi casa. La verdad es que…, la verdad está sobrevalorada», pensó la anciana de mirada ausente, antes de responderle a Natalya:

─Estoy bien, gracias.

 

LAGHU HARRAH

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. Estaba a punto de ingresar en el libro Guinness de los Records, pero me he quedado a las puertas. Llevaba 124 días con la misma ropa interior. Mis queridas bragas, sin lavarlas, sólo dándoles la vuelta de vez en cuando, aireándolas o metiéndolas en el microondas dos minutos. El récord lo tenía Laghu Harrah con 127 días. Con el carbono 14 se podía determinar el tiempo exacto. Pero mi madre vino a casa un día que yo estaba enferma y las tiró a la basura. Me dijo si había visto Oppenheimer y estaba fabricando una bomba atómica.

 

MAL DÍA

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. Al levantarme esta mañana pisé el mando a distancia y me doblé el tobillo. Después me hice una tostada, que se quemó e hizo saltar la alarma de incendios. Saliendo de casa pise una mierda de perro reciente. Ya en el coche yendo al trabajo se me pinchó una rueda del coche. Al bajar a cambiarla un tráiler se llevó la puerta por delante … y casi a mí. Llegué a mi trabajo dos horas tarde y me despidieron. Era la tercera vez en un mes que llegaba tarde… No estoy bien. Tengo un mal día.

 

MENTIRIJILLA

Natalya: Me preguntas como estoy y que sé podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira.

No te das cuenta de que esto me tiene preocupada, pareces tonta. ¡Chica!, que las mentiras tienen las patas muy cortas y la mía no es que sea una mentira con mayúsculas, pero es una trola que, bueno, que me hace estar desasosegada todo el tiempo.

Sí, ya lo sé es una chorrada, pero no me encuentro bien, no sé cómo decirle a Luis, con lo bien que va lo nuestro, que tengo ocho años más de lo que le confesé. ¡Como él es más joven!

¿Tú crees que se enfadará?

Pase lo que pase, hoy se lo digo.

 

NOSTALGIA

Natalia: Me preguntas como estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. Yo en este momento me encuentro en el malecón de la Habana, dándole vueltas a mi cabeza, pensando como tu indiferencia me ha traído tan lejos.

Bueno, tu indiferencia y mis dientes. Pero es así querida, lleno de nostalgia espero el amanecer en este romántico lugar tratando de olvidarte.

. Cincuenta años de convivencia son muchos años. Nuestras peleas siempre supimos arreglarlas porque nos amábamos. Pero ahora nuestros dolores y desavenencias nos han separado. Espero que tu cadera se encuentre mejor, yo aprovecharé este viaje para ponerme la prótesis dental con la que siempre he soñado.

 

RECOMPENSA

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira.

Lizabeth: ¿Qué te ocurre? Sabes el cariño que te tengo y que puedes confesarme tus desvelos.

Natalya: Me da cierto apuro, pero sé que tú me entenderás. Mira, por un momento he sentido un dolor infinito e irreparable. Ha sido como un zarpazo que me arrancara parte de mi ser. Respiré con profundidad, contuve a duras penas las lágrimas y traté de relajarme.

Lizabeth: Y ahora ¿cómo te sientes?

Natalya: Todo cambió cuando, pasando mi mano por la piel recién depilada, me sentí divina de la muerte.

 

SOBRAN LAS PALABRAS

Natalia: Me preguntas como estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. ¿Querida mía, en que quedó nuestro amor?, tantos sueños y recuerdos que no puedo olvidar. ¡Mi vida sin ti es un drama!

Pero seguiré adelante, no me rendiré, aunque tenga que mirar el YouTube buscando algún tutorial que me enseñe a doblar las medias, y los calzoncillos, sobre todo estos últimos. Tú los doblabas a la perfección, mas yo, una pata para acá y otra para allá no logro darles la admirable forma que tus delicadas manos le daban. Y lloro desconsolado recordándote en esta oscura habitación donde un día me envió tu desamor.

 

SORPRESA

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira.

De pequeña, al salir del colegio, me aburría oyendo a las otras niñas hablar de muñecas, peinados, novios y bodas; pronto me alejaba de ellas con excusas y soñaba, sola y en silencio, que ocurriese algo inesperado como viajar con un extraterrestre.

Ayer, en el jardín, se posó un disco de luz. El ser que abrió la escala flotante abdujo a mi mastín, lo acarició con ternura y cerró tras ellos.

Quedé en shock.

Después del secuestro, el ovni desapareció.

 

TE EXTRAÑO

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira y no quiero mentirte.

Desde que tú te fuiste, me encuentro enjaulado en esta casa que dejaste vacía. Las noches parecen eternas; y sin ti siento que mi mundo se desmorona. Desde que me faltas, hasta el silencio me resulta ensordecedor. Desde que me dejaste, convivo con una tal “Soledad”, pero ella no me cuida como tú lo hacías. No, no voy a mentirte más. Te necesito; de sobra sabes que no sé cocinar ni poner la lavadora.

Natalya, te juro que voy a cambiar. ¡Te extraño tanto!

Tu garrapata favorita,

P.D.: Si vuelves tráete la Play, porfa.

 

TRAGEDIA

Natalya: Me preguntas cómo estoy y sé que podría salir del paso diciéndote que bien, pero sería mentira. Desde el «accidente» no me he atrevido a contactar con nadie, la culpa me consumiría. ¿Cómo podría fingir que tras el incendio mi vida no ha sido mejor? ¿Que nunca voy al cementerio a llorar, aunque la policía y el seguro piense lo contrario? ¿Que antes gimoteaba maltratada en una solitaria cama y ahora la cama está igual de vacía, pero yo me siento completa en mi nueva casa? Y lo único que mi abogado me ha dicho que tengo que hacer es no ser descubierta.

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