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09 MAR

CONCURSO DE MICROS 22-23 DE ALI I TRUC. QUINCENA XIII (2 de 2)

Aquí tenéis los 34 relatos que empiezan con la frase «Olemos a mierda de gallina», comienzo de la novela "Hijos de la fábula" de Fernando Aramburu.

Viene de AQUÍ.

 

UN ERROR DE NARICES

—Olemos a mierda de gallina. Porque ahora todos son auténticas gallinas. Al menos todos deberían serlo —reflexionó el maestro sin molestarse en mirarlos absorto como estaba observando el vuelo de un perigallo—. Si han seguido los pasos correctamente no deberían preocuparse. En breve el hechizo se revertirá. La clase ha terminado. Pueden marcharse a medida que recuperen su forma original. Peláez, usted venga a mi despacho cuando todos se hayan ido.

Para ser la primera vez que hacían un complejo hechizo de conversión, no hubo que lamentar ningún herido.

Poco después, Peláez con una cresta de gallo en la nariz se presentaba en el despacho.

 

UN ESCONDITE NO TAN PERFECTO

Olemos a mierda de gallina. ¡Y quién no en medio de una guerra! A lo sumo los altos oficiales. Esos disponen de tinajas de agua hirviendo, grandes bañeras y un par de codornices suculentas esperando sobre el plato de porcelana. Los soldados carecemos de lujos. Mejor. Cuando los rusos arremeten, desnucan siempre primero, a los que huelen a caldo de gallina (mientras los verdaderos héroes nos ocultamos entre el estiércol y el excremento de animales muertos). Sería mejor esconderse en el espacio infinito y velado entre lo dicho y lo sugerido de un microrrelato… pero llevamos un año de hostilidades. Allí ya no cabe nadie.

 

UNA DE CAL, OTRA DE ARENA

Olemos a mierda de gallina y de vaca después del ejercicio de asalto a una granja. Ahora, el soldado Lucas acaba de sugerir al capitán que, para compensar, la semana próxima podríamos simular el asalto a la perfumería de El Corte Inglés.

 

UNA NOCHE EN LA GRANJA

—Olemos a mierda de gallina. ¡Qué asco! —le susurró una mofeta a otra mientras robaban los huevos del corral.

—Hasta la pocilga llega el olor a mofeta. ¡Qué peste! —gruñeron los cerdos.

—Vámonos, Carmela, que aquí huele a cerdo. ¡Qué tufo! —le dijo el mozo a la hija del granjero, mientras se la llevaba en busca de intimidad.

«¡Esto me huele mal!», pensó el dueño de la granja cuando escuchó a Paco retozando con su hija en el granero…

—¡Mierda! ¡No corras, gallina! ─le gritó al muchacho que huía «descalzonado».

 

VICTORIA

Olemos a mierda de gallina y pólvora. En plena guerra, la granja que nos sirve de refugio no es el mejor lugar para pasar las noches.

Esta mañana, los soldados enemigos han invadido el corral y las gallinas han salido corriendo. Mi amigo y yo avanzamos con escobas y cubos.

La batalla es feroz, pero retomamos el control. Las gallinas vuelven a su lugar y nosotros regresamos victoriosos, con mierda de gallina y plumas en la ropa. Quién diría que, en una guerra, la victoria tendría olor a gallinero.

 

ZEUS

Olemos a mierda de gallina. Y a vetustez. Especialmente Afrodita que nació de la espuma del mar y cree que con remojarse basta para desprenderse del tufillo a humanidad (y otras atrocidades) que nos envuelve. Incluso cuando reinábamos en el Olimpo (y el advenimiento de los monoteísmos aún no nos había hecho caer en el olvido), aquel magnetismo nos atraía al mundo mortal. Desde entonces, vivimos rodeados de multitud de seres insignificantes que ignoran de lo que somos capaces. Como la vecina del quinto vuelva a poner el Sálvame a los gritos a la hora de la siesta, la próxima pandemia será una plaga letal.

 

ABONO LITERARIO

—¡Olemos a mierda de gallina, hijos de la fábula!

—¿Cómo que olemos a mierda de gallina?

—Sí, nos estamos revolcando por el suelo de un gallinero, tratando de buscar ideas originales que transformen en fértil nuestra sequía literaria. Hemos agotado los escenarios idílicos, sugerentes y prometedores y ahora nos rebozamos en mierda para contar algo original que impacte, que estremezca, que aterrorice, aunque deje un olor nauseabundo y hasta sabor de nausea en la boca. Si damos con la idea oportuna y precisa, una de dos: o tenemos un éxito arrollador o nos borran de nuestro Olimpo por guarros.

 

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