MUÑECAS ROTAS, de Raquel Zaragoza.
Mi madre habría sido más feliz si yo no hubiera nacido. O mejor aún, ella habría sido inmensamente más feliz si no la hubiesen forzado a casarse.
A mi madre la enterraron poco después de mi nacimiento, con tan solo catorce años. Sin embargo, ya estaba muerta desde mucho antes; dejó de vivir el mismo día que la sacaron de la escuela para llevarla al altar.
PARADOJA, de Leo Infinita ꝏ
«Mi madre hubiera sido más feliz si yo no hubiera nacido», así comenzaba, paradójicamente, el relato ganador del certamen literario Nóveles Autoras convocado por una conocida librería local.
Un relato escrito por mi madre en su adolescencia, cuando ni siquiera imaginaba lo que le sucedería en las diferentes etapas de su vida.
Si el poeta cubano José Martí dijo: «Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro», mi madre comenzó por lo segundo, confesándome ser el momento más feliz de la suya. Al igual que le expresara su madre, mi abuela, en sus largas y vespertinas charlas otoñales.
POR MOR DE, de Isabel Núñez de Arenas.
Mi madre habría sido más feliz si yo no hubiera nacido. Sí, ella no me quería.
Una noche aciaga, el cielo descargó con terrible furia una tormenta de rayos y truenos; un negro manto de pena envolvió a mi madre y mi padre con sus manos de lluvia cavó una fosa en el jardín para el blanco ataúd.
Yo nací para sustituir a la muerta, heredé su nombre y su ropaje. Falseé incluso mi naturaleza, mas nunca me quiso.
Yo sí la quería y, para hacerla feliz, hice lo necesario para reunirla con mi hermana.
