Viene de AQUÍ.
EUGENESIA, de Silvia Espina.
Empezaré por el final: sobreviví gracias a mi madre.
Cuando nací, ella me presentó ante el Consejo de Ancianos de la Lesche. Ellos dictaminaron que yo no era lo suficientemente fuerte para soportar la dura vida del soldado espartano.
Eso significaba que las rocas del acantilado del monte Taigeto estaban esperando mi vuelo hacia la muerte.
Pero el amor de madre es sublime. Bella, insinuante, astuta: se ofreció a cada uno de los jueces… ella sabía que la carne es débil…
Ahora me pregunto: ¿Quiénes eran los débiles? ¿ellos o yo?
VOLVER, de Mariam Vicente.
Empezaré por el final: sobreviví. Sobreviví a los insultos, a las caricias huecas, a los besos robados. Sobreviví a una vida que nunca viví, a esa vida que me arrebataste a golpes la noche que supiste que otra vida empezaba en mí.
Sobreviví, y ahora cada noche vengo, a verte, te acaricio con mis dedos gélidos, rodeo tu cuello hasta que te veo boquear, falto de aire. Entonces me alejo, te veo gritar, y sé que volveré. Mañana. Y todas las noches. Hasta que pierdas tú también la vida en un océano de locura. Ya no tengo miedo. Los fantasmas no pueden volver a morir.
