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13 JUN

CONCURSO DE MICROS 23-24 DE ALI I TRUC. QUINCENA XVIII

Aquí tenéis los 19 relatos que empiezan con la frase «Querido camarada jefe», comienzo de la monumental "Mil ojos esconde la noche. La ciudad sin luz", de Juan Manuel de Prada.

Con esta frase, inicio de la novela Mil ojos esconde la noche. 1: La ciudad sin luz, de Juan Manuel de Prada, deben comenzar los relatos de esta decimoctava quincena de la tercera temporada del concurso de relatos de Ali iTruc con Onda Cero.

Hemos recibido un total de diecinueve relatos que os presentamos ordenados alfabéticamente a partir del primero recibido. Durante los días 14, 15 y 16 de junio pueden ser votados por los autores y resto de público enviando sus puntuaciones al correo david@aliitruc.es, eligiendo los tres relatos favoritos. De estas votaciones, saldrá la terna finalista de la quincena, que conoceremos el próximo lunes 17 de junio en Onda Cero Elche, y de la que Juan Manuel de Prada decidirá el relato ganador.

ACTUALIZACIÓN: Una vez conocido el resultado, desvelamos el podio y la autoría de cada relato:

Finalistas:

TRISTES GUERRAS, de Raquel Zaragoza.

Querido camarada jefe, Hernández:

Espérame en el cielo, compañero del alma, compañero. Nos reuniremos allí donde no existen las batallas.

Camarada de las abarcas blancas, gracias por desenfundar tu pluma para arremeter contra las tristes guerras que nublan el entendimiento de esta humanidad deshumanizada; guerras donde las personas mueren y no es por amor.

Tristes, tristes.

Ojalá, que pronto llegue el momento en el que la Paz se consiga sin vencedores ni vencidos; sin paredones ni trincheras; sin armas. El momento en el que quien gane la guerra sea aquel que sepa evitarla: aquel que mejor armado vaya… de razón y palabras.

 

NADA QUEDA, SOLO VENGANZA, de Ignacio Fernández Perandones.

Querido camarada jefe:

Si recibes esta misiva, estará empapada de sangre. Me encuentro en mi despacho. Una pistola me apunta. Stalin, colgado en la pared, me vigila.

Te preguntarás por qué. Ayer me sorprendiste llorando, y pasaste de largo. Aquellos amigos que soñaban con una Rusia igualitaria, cavan zanjas a 30 bajo cero.

Sin esperanza, nada queda. Mejor acabar ya. Vaya para ti mi desprecio.

Te saluda el camarada:

Boris Kustanov

P.D. La NKVD habrá interceptado ya esta carta. Es posible que tengas que oír su contenido tú mismo en la Lubianka, acusado de traición. Tómalo como lo que es: una venganza.

 

 Y relato ganador según el veredicto de Juan Manuel de Prada:

EL FIN DE UNA ERA, de Felipe Tenenbaum.

—Querido camarada jefe. Traigo buenas noticias. Las mejores. Por fin lo hemos conseguido. ¡Ya no existe el dinero!

De los ojos del viejo militante comunista resbalaron sendas lágrimas de emoción. El trabajo de toda una vida para conseguir una sociedad igualitaria por fin daba sus frutos.

—¡Bravo, camarada! Por fin podremos instaurar un gobierno socialista. Ya no habrá clases sociales. Todos seremos iguales. Felices. Los ciudadanos dejarán de pelear entre ellos por unos mendrugos de pan. ¡Oh, la prosperidad! ¿Quién ha conseguido semejante hazaña? Hay que condecorarlo ya.

—No lo sé con exactitud, camarada jefe. Creo que se hace llamar Bizum.

 

El resto de relatos, ordenados en orden alfabético a partir del primero recibido fueron:

REBELIÓN EN LA SELVA, de Felipe Tenenbaum.

Querido camarada jefe, hipopótamo. Deberíamos matar al león e instaurar el comunismo. Estoy harto de su capitalismo atroz.

Estoy de acuerdo, camarada pantera. ¡Larga vida a la revolución!

¡Larga vida, camarada hipopótamo! Entonces… ¿cuándo lo hacemos? ¿Por la mañana?

Imposible: los búhos se quejarán. Mejor al anochecer.

No pienso transigir ni un centímetro en este tema fútil. ¡Por la mañana!

Esa solución que propones para acabar con siglos de injusticias y calamidades… es casi lo misma que digo yo, pero no exactamente la misma, camarada pantera. Me parece que nuestra alianza es imposible. Buenas noches.

Buenas noches, camarada hipopótamo.

 

RESISTENCIA EN EL CENTRO DE ELCHE, de Felipe Tenenbau,.

Querido camarada jefe de la brigada de control de lecturas prohibidas,

El equipo de descifrado sigue desconcertado. Desde que hemos puesto en marcha el glorioso programa de censura literaria, las triquiñuelas de los lectores para evadir nuestra vigilancia, se han vuelto cada vez más sofisticadas. El código que hemos interceptado esta semana de la resistencia resulta tan complejo que tardaremos al menos dos años en descifrarlo.

Cuando el jefe de la brigada, terminó de leer el informe de su subalterno, se ajustó las gafas, leyó el cifrado cuidadosamente y supo, de inmediato, que jamás los hallaría:

“Lopos mepejoporepes lipibropos epestapan epen Apalipiipitrupuc”.

 

SECRETOS DE ALCOBA, de Inmaculada Micó.

—Querido camarada jefe (saludo militar, choque de tacón), la operación ha concluido muy satisfactoriamente. El camarada infiltrado ha obtenido la información requerida sin levantar sospechas entre el enemigo (firme, mirando al frente como si le hablara a la pared que hay detrás del camarada jefe).

—Querido camarada suboficial (gesto serio, bigote torcido, manos a la espalda saliendo de detrás de la mesa), ¿podemos estar seguros de que la información es fiable y no ha levantado sospecha alguna?

—Absolutamente seguros, querido camarada jefe (sigue firme, mirada más baja). Mientras el camarada estuvo infiltrado en el gabinete se escucharon también gemidos.

 

SIMPOSIO, de Silvia Espina.

—Querido camarada jefe —dijo el agregado cultural de la embajada—: Agradezco su participación en este simposio de cine soviético, pero ¿sería posible alterar la programación original, digo, sin alterar el espíritu básico del evento? Dar otras opciones al público. Por ejemplo, dejar de proyectar tres veces por día el Acorazado Potemkin de Sergei Eisenstein y exhibir Cabaret de Bob Fosse o Barbie de Greta Gerwig, que también muestran la decadencia del mundo capitalista.

 

SOMBRAS, de Ángel Parra.

Querido camarada jefe, estoy aquí, y desde el infierno le digo que no podré seguir la marcha, el vil egoísmo otra vez ha triunfado.

¡Muera la opresión! —gritaban algunos despavoridos—. Aquellas almas un tanto temerarias parecían sombras. Pedían ser escuchadas, pero el lacerante tirano las despreciaba. Aclamaban por una paz temporal, pero el desalmado déspota prefirió darles la paz perpetua. Ahora escucho el sollozo del espectador. El telón ha bajado… ¡No teman! mientras el despotismo alce la voz, sigan el ejemplo de esos pocos, como yo, que hoy reposamos en este frío cajón.

Valle de las Sombras, 1939.

 

 

¡VAMOS DE CAMPAMENTO!, de Paquita Márquez.

Querido camarada jefe: Llevamos una semana de campamento y tengo ampollas en las manos de los hoyos que hicimos para las letrinas, los dedos chamuscados por intentar hacer fuego con palitos y broza seca, he pasado una noche muerto de miedo y de frío porque no supe orientarme en la espesura, he seguido rastros de animales y me atacó una mofeta; ahora tengo que dormir al raso porque nadie me quiere en sus tiendas y, por si fuera poco, tenemos que alimentarnos principalmente de lo que encontremos… ¡Qué empeño en amargarnos la vida! ¿No se suponía que debía empeñarse en hacernos felices?

 

VIERNES NOCHE, de Fco. Eugenio Crespo.

Querido camarada jefe, he sido reclutado por la Resistencia. Al principio opuse resistencia, estando alrededor de tres meses en el calabozo. Después poco a poco mi mente fue percibiendo que tenían hábitos muy buenos y saludables para el espíritu. No trabajan los fines de semana, contrariamente a nosotros, y los viernes por la noche se montan una orgía dentro de la Sagrada Basílica. Seguramente iré al infierno por mi alma trastornada, pero es que me lo paso tan bien los viernes por la noche que apenas siento el picor de las ladillas que a diario me acompañan… Por favor no vengan a buscarme.

 

CARTA SURREALISTA AL FRENTE, de Marcelo Celave.

Querido camarada jefe: seguramente le sorprenderá que no asistí ayer a la batalla de Amiens. Yo, que llevo a su lado combatiendo cuatro años a los austrohúngaros, justamente en la batalla final..., yo iba a volver al frente hace una semana, pero Ekaterina me dijo que si me quedaba unos días más en Sebastopol me entregaría su tesoro más preciado. Llevo años deseando esa mujer en cuerpo y alma. Y una cosa trajo la otra, conocí sus padres, me ofrecieron trabajar en el negocio familiar… ¿comprende usted? Bueno camarada, fue un placer. Disfrute la victoria. Yo me quedo aquí vendiendo tocadiscos con Eka.

 

CONCENTRADOS, de Margarita González.

Querido camarada jefe, los prisioneros ya han terminado de trasladar de nuevo las piedras al interior y he dado orden de volverlas a sacar, esta vez hasta la alambrada norte; estimo que tardarán toda la semana, entonces ya hará demasiado frío y usarán los barracones para dormir, de lo contrario morirían y nos quedaríamos sin mano de obra; los necesitamos para recoger leña que alimente las dos estufas del campo, la suya y la nuestra, para reconstruir los muros que el hielo fracturará y para nuestros pasatiempos...

Estos días voy a preparar la lista de juegos y materiales para el invierno.

 

CUARENTENA, de Fco. Eugenio Crespo.

Querido camarada jefe. Siento no haber cumplido la cuarentena establecida. Fui el primero en descubrir que estando aislado veinte días dejaban los humanos de contagiar la “Pirrutina”, el virus que probablemente nos extermine. Sólo me faltaba un día. Mi deseo de morder “orejas” fue mayor que mi sensatez de médico. Valiéndome de mi ingenio le dije al guardia que ya había terminado mi aislamiento, a lo que éste, intentando hacer cálculos sin mayor conocimiento que el conteo hasta el diez, me abrió la puerta sin remediar que me llevará en la boca parte de su oreja…

Volveré a por su oreja derecha.

Aurículo.

 

CUESTIÓN DE GÉNERO, de Maquita Márquez.

Querido camarada jefe: Ya sé que me dijiste que el trabajo no sería fácil, pero creo que te estás pasando. Vale que me mandaras cortarle una oreja al moroso, que le arrancara la lengua al sobrino del abogado por soplón, que le mandara al juez la cabeza de su caballo favorito en una caja para recordarle de qué parte tiene que estar…, pero que ahora me mandes violar a su hija me parece demasiado. Todo lo he hecho de buen grado, pero eso… ¡no puedo! ¡Va en contra de mis principios! Si al menos fuera violar a su hijo…

 

¡DIRECTAMENTE AL CALABOZO!, de Victoria Sera.

Querido camarada jefe, yo no quería venir a esta guerra. Mi padre insistió o me echaba de casa. Quiere ver si soy lo suficientemente hombre para seguir una disciplina férrea. Yo creo que no lo voy a conseguir y, si usted hace la vista gorda, seremos buenos colegas.

¿Al presentarnos voluntarios nos pagan algún dinerito?

Si hay que aprender los galones de los mandos no se preocupe porque he visto muchas películas y, además, como me ha caído en gracia, no daré problemas.

Si puede recortarme el tiempo en el ejército sería un puntazo ¡No soporto el calor!

 

LA IMPORTANCIA DE LA LETRA PEQUEÑA, de Paquita Márquez.

Querido camarada jefe: Siento decirte que la misión encomendada ha sido un fracaso. La culpa no ha sido solo tuya, debí leer el contrato y enterarme hasta dónde llega eso de la «obediencia ciega». Me mandaste recoger los fardos del fondo del mar sin tener en cuenta que no sabía nadar. Y claro, aquí estoy protestándole a San Pedro por reclamarme a edad tan temprana. Ha sido comprensivo y me ha dado a elegir: o reencarnación en gato o Ángel Custodio de díscolo adolescente. En cualquier caso, le he pedido contrato en regla, porque no pienso aceptar nada sin leerme la letra pequeña.

 

LA INSPECCIÓN DEL JEFE, de Américo Fojo.

¡Querido camarada jefe!¡Qué sorpresa verlo por aquí, en esta guarnición tan lejana de Moscú! ¡Bienvenido! Qué pasen también sus hombres… ya organizaré alguna comida para todos, para festejar su visita… Pero, ¿qué hacen… por qué nos quitan las armas… por qué me ponen las esposas de acero en las muñecas?

¿Qué el Comité Central ha decretado que soy reaccionario por haber leído Lolita? ¡¡Por favor, camarada jefe… a Siberia no!!

 

LOBOS SALVAJES, de Mariam Vicente.

—Querido camarada jefe, te hablo desde el respeto, pero también desde la autoridad que me otorga la edad. Y si mi opinión vale para algo, deberíamos perdonarle la vida. No merece morir tan solo por ser diferente.

Hubo un pequeño alboroto hasta que el jefe se irguió y todos enmudecieron. Luego dijo:

—Si lo hacemos perderemos credibilidad, y si otros como él se enteran será nuestro fin.

El anciano movió la cabeza, consternado:

—Apenas es un recién nacido…

El jefe dudó, y al final decidió:

—Sea. Que viva. Tú le criarás.

Y el anciano lobo se llevó a Mowgli con su familia.

 

MONDAQUE, de Fco. Eugenio Crespo.

Querido camarada jefe, le escribo para situarlo al corriente de la situación en Mondaque. Responsable del pueblo he estado este tiempo, tal como usted ordenó, mientras estuviese fuera negociando el «tratado de los cacahuetes». Al principio todo fluyó como la seda, pero al descubrir a través de unos colegiales, estudiando el árbol genealógico del pueblo, que usted se casó con su abuela, obteniendo dos niños, todo cambió … El «incesto evangelino» causa un oprobio sin conjeturas.

Resumiendo, camarada exiliado: soy el actual jefe de Mondaque. Su mujer me pertenece, así como sus dos hijas, pudiendo disponer de ellas como me plazca. Un saludo.

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