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18 NOV

RELATOS IV QUINCENA DEL CONCURSO ALI I TRUC

Estos son los 21 relatos que participan en la 4ª semana de nuestro concurso de micro, que han de comenzar con la frase «Hace doce horas que Olalla no da señales de vida».

A continuación, en orden alfabético a partir del primer relato que nos llegó, os ofrecemos los microcuentos que participan en la cuarta quincena de nuestro concurso. Os recordamos que eran relatos que debían comenzar con la primera frase del libro recomendado hace dos semanas en la sección que tenemos en Onda Cero Elche, que fue Los silecios de Hugo de Inma Chacón.

Podéis votar  hasta el domingo 21 de noviembre a las 14:00 enviando a la dirección de correo david@aliitruc.es vuestros tres relatos favoritos con 3, 2 y 1 puntos.

ACTUALIZACIÓN: Una vez conocido el resultado, y tras el veredicto dado por Inma Chacón, revelamos la autoria de cada obra y dejamos en primer lugar finalistas y relato ganador (Aquí podéis escuchar el espacio de radio en el que conocimos el resultado).

Finalistas:

PSICOSIS MASCULINA, de Marcelo Celave.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida...

Una hora: ¡volverá!

Dos horas: ¿estará con su madre?

Tres horas: estará planificando las condiciones para volver.

Cuatro: ya debe estar arrepentida.

Cinco: juro que no aceptaré sus condiciones.

Seis: o estará con sus amigas…

Siete horas: ¡¡¿y si está con otro?!!

Ocho horas: estoy teniendo un ataque de pánico.

Nueve horas: me tomo un lexatil.

Diez horas: juro que le diré ¡SÍ! a todas sus condiciones.

Once horas: abro la ventana de mi decimoquinto piso… miro para abajo…

Doce horas… - ¿eh?... Olali amor, ¡llegaste!

Me entretuve un poco, ¿me extrañaste?

¿Eh? ¡no!... Estuve leyendo y ni noté tu ausencia

 

DESVÁN, de Mª Ángeles Vaíllo.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida.

Se despiertan las alarmas, ella no durmió en su cama. ¿acaso se la llevó la noche?

Quizás subió al desván, pero allí no hay nada, sólo polvo y olvido, algún desvencijado

sillón donde habitó el ayer, y esparcidos por la estancia, vinilos, libros, y flores disecadas.

Escondido en un rincón está el cofre, dentro su niñez y juventud guardadas. Ella escarba

en su interior, sólo quiere encontrar su dulce risa, mañanas azules y noches escarchadas...

Ella sueña con vestir su disfraz de colibrí, alzar el vuelo, ir y venir y volver a volar cada

instante donde fue feliz.

 

GANADOR:

TRUCO, de Paquita Márquez.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida. Mira que se lo advertí:

¡No subas al escenario que este mago no es de fiar!

Pero se empeñó y subió. Adivinó su nombre, y pensé que al fin y al cabo, no era un mal mago. La cubrió con un paño escarlata y, al quitarlo, Olalla había desaparecido. Entre aplausos, el mago sacó del sombrero innumerables palomas que llenaron el escenario, dio una palmada y ¡plaff!, desapareció. Y aquí estamos los niños y yo, rodeados de palomas, cubiertos de cagadas y muertos de hambre, esperando que Olalla aparezca. O que vuelva el mago para pedirle explicaciones…

 

El resto de relatos con sus autoras/es.

DUELO, de Ana Montesinos.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida y mi paciencia está llegando al límite, mis nervios están provocando estragos en mi estómago, la vista empieza a nublarse, estoy desesperado, no creo que pueda soportarlo.

Ha pasado una semana y soy incapaz de levantarme de la cama, las ojeras oscurecen mi rostro, la ropa empieza a quedarme grande, no aguanto su ausencia, me asfixio.

Seis meses después sigo buscándola por la calle, pregunto por ella a amigos y conocidos, sueño con besarla de nuevo.

Me la encontré pasados dos años, la saludé de lejos, seguí mi camino.

Como decía mi padre, no hay mal que cien años dure.

 

¡EL TIEMPO ACUCIA!, de Rafaela Escudero.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida, pronto comenzarán las pesquisas policiales. Seguramente la familia ya habrá llamado a la Policía, y le habrán dicho lo de siempre: «Hay que esperar veinticuatro horas para dar por desaparecida a una persona». Da igual que sea menor de edad, da igual que los padres tengan por seguro que algo malo le ha pasado a su hija. Ella nunca llega tarde a casa, es muy obediente, dirán. Da igual… . ¡Uff!, no me queda mucho tiempo, ¡tengo que hacer desaparecer el cuerpo en menos de doce horas!

 

MAYOR TOM, de Américo Fojo.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida y el Control de Tierra nos ordena salir a rastrearlo.

Hay que obedecer, pero…¿a quién se le ha ocurrido hacer un test de operaciones de ese módulo intergaláctico en medio de una tormenta de meteoritos?

Cuando comenzamos a calzarnos los incómodos trajes de astronautas, nuestros equipos captan una señal muy lejana, casi inaudible: zumbidos, ruidos y finalmente una voz entrecortada:

«…el planeta Tierra es azul…y no hay nada que yo pueda hacer…dile a mi esposa que…»

Luego silencio total.

 

MI DULCE OLALLA, de Martina Arreaza.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida. Ocurre a veces, cuando discutimos; sin embargo… esta vez algo me atenaza por dentro; tendré que esperar las consabidas 24 horas. Prepararé el baño a ver si me relajo.

Al instante oigo un chapoteo en el baño, maldito perro, apostillé. Pero era ella, Dios mío Olalla no me hagas más esto; no puedo vivir sin ti. Mirándome con una dulzura inusitada, me dice adiós con una sonrisa angelical.

Llaman a la puerta, vuelvo enseguida cariño y hablamos.

Dos agentes me notifican que debo acudir al depósito de cadáveres. Les grito, ¡está en el baño¡

Acompáñenos por favor.

 

NOCHE LOCA, de Fina Martínez Lozoya.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida, su móvil está apagado

y su enamorado no puede encontrarla.

Ella esta convaleciente de un catarro muy fuerte.

Un Febrerillo loco se coló en su almohada, y quiso enseñarle unas fiestas

donde la gente se disfrazaba.

Máscaras de cornamentas, mujeres vestidas con antifaces de porcelana,

brujas cocinando sus pócimas en cacerolas de hojalata.

Y la luna de norte a sur viajando sobre su colcha de tul grisácea,

riéndose a carcajadas.

Olalla despertó al sentir una hoja de papel rozando su cara, era una invitación

de un viaje a Sicilia, regalo que le hizo su amor en una noche loca y estrellada.

 

PARA OLALLA, de Mariam Vicente.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida, y yo me ahogo en su silencio, que se me antoja vasto como el universo.

Hubiera querido detener el tiempo, que ella siguiera a mi vera, su aliento en mi pelo, su risa bailando en mi cuerpo. Pero no se pueden encarcelar los anhelos. Llegó el momento de volar, ella abrió sus alas frágiles de fuego y se lanzó al viento.

Solo quiero que no tarde, que me llame, que me cuente sus proyectos, que me mande un beso. Yo la espero cada noche, y a esa estrella pediré que le diga que su madre, siempre, velará su sueño.

 

PARÉNTESIS, de Paquita Márquez.

Hace 12 horas que Olalla no da señales de vida. Se fue con un amanecer pintado de arco iris, y nos dejó con la vida en blanco y negro. Toda una gama de grises nos envuelve. A los cuadros del salón se le han ido escurriendo los colores y en los armarios, los de las ropas se debieron volver mariposas que escaparon por la ventana. Hasta a las margaritas del jardín se les vuelven grises los estambres. Deseando estoy que anochezca, a ver si el ocaso nos devuelve los colores… y a Olalla.

 

PERDIDA, de Mari Bastida.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida, dejó una carta de despedida y se marchó.

Siempre se sintió fuera de lugar, como si no encajara en un mundo cuyas normas y códigos no lograba entender.

Buscaba refugios donde cobijarse cuando la niebla de la confusión le golpeaba en la frente causándole frustración.

Se sumergía en los libros intentando comprender aquel rompecabezas.

Allí, oculta, estaba la clave, solo tenía que hallarla.

Ponía boca abajo esos libros, esperando que las letras cayeran en sus manos para ordenarlas en el cofre de las palabras mágicas, sin saber, que cada mensaje descifrado la conducía a universos aún más perdidos y solitarios.

 

POR SI ACASO, de Paquita Márquez.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida. Cuando, mosqueado, descubrió la nota, supo que no las iba a dar. En ella le advierte que cuide bien al hijo, que no olvide su alergia al huevo, ni el dentista de los martes por la ortodoncia, ni la natación de los viernes; que vigile sus recurrentes pesadillas, esas que le provocaron ellos con sus peleas y, sobre todo, que no la busque. Pero que si lo hace y tiene éxito, tenga en cuenta que la sangre en el parqué, no hay quien la limpie…

 

SE BUSCA, de Raquel Zaragoza.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida; y el pueblo ya está lleno de carteles, con su foto, anunciando que se busca.

La pequeña ninfa es cantarina y cariñosa. En tan solo tres meses, se ha convertido en la mascota preferida de toda la familia.

Felix, el gato, también ha desaparecido, pero parece que nadie lo eche en falta. Después de dar rienda suelta a su instinto cazador…, se ha escondido debajo de una cama. Allí se relame chupando ¡hasta la última pluma!

 

UN PLUS DE CONFIANZA, de Rosa García Panera.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida y empiezo a preocuparme. Se ha ido a primera hora, a casa de su madre; eso me ha dicho. Pero su mamá dice que no ha ido a verla. Últimamente está un poco rara; he pesando que tal vez ande con otro, aunque no lo creo. Vaya momento ha escogido para algo así. El sábado le informé de cómo van mis negocios y de que tendré de cerrar la empresa, de seguir así. Estamos en la ruina. Por otra parte, no quiero precipitarme, doce horas no son tantas, volverá. Ella me quiere.

 

VIGÍA CELESTIAL, de Marcelo Celave.

¡Hace doce horas que Olalla no da señales de vida! ¡Pablooo, despierta! Que son las siete de la mañana y no está en su habitación.

Ella está bien Sara. Duerme un poco más.

Pero ¿cómo puedes estar tan tranquilo? Se fue ayer a las siete de la tarde…

Cariño, nuestra hija trabaja de noche. ¿Lo has olvidado?

Pero a las seis está siempre durmiendo y hoy…

Vaaaale, preguntaré al Maestro.

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Sara, dice Pedro que Olalla se ha echado novio. Y eso no lo podemos ver desde el cielo porque es de las cosas que tenemos vedado observar desde aquí. Anda, vuelve a dormir que nos espera un hermoso día celestial.

 

AMNESIA, de Mari Bastida.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida, y yo estoy atrapado en un cuarto oscuro y sin ventilación.

Tengo lapsus de memoria, pero sé que hace dos noches nos rozábamos piel con piel bajo unas sábanas de satén.

Aún la escucho jadear cuando bebí de su ser.

Recorrí todo su cuerpo subiendo lentamente hasta el cuello, un leve mordisco la hizo retorcerse de placer.

Se filtró un haz de luz por la ventana cubriéndome la espalda y fui poseído por una fuerza descomunal.

Mis manos se transformaron en garras.

No recuerdo nada más, ni cómo llegué a este lugar, ni quién me puso las cadenas.

 

AMORES DE PUEBLO, de Guillermo Cruz.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida, estamos preocupados.

No es para menos, ella es el alma y el espíritu de la casa, todo gira a su alrededor y su presencia constante es la que hace que la finca funcione y la familia viva en armonía.

Algunos dijeron que ayer la vieron en la romería de Santiago, conversando con un músico de esos que contrataron en Madrid; otro aseguró que había subido al microbús de la orquesta cuando se marcharon.

También Carmiña, la anciana pulpera, dijo que Olalla había reconocido a su antiguo novio y ambos estaban muy emocionados por el reencuentro.

No sabemos a quién creer.

 

¡BASTA!, de Raquel Zaragoza.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida; y doce meses desde que se la robaron…

Cuando su padre negoció su boda con un hombre mayor, la adolescente dejó de tener amigas, dejó de estudiar, dejó de tener ilusión… y hasta dejó de tener miedo a los fantasmas. Desde que Olalla se casó, tan solo tuvo miedo al violento monstruo que se cubría bajo sus mismas sábanas.

Hace solo doce horas que Olalla no da señales de vida…; y su viudo ya se ha fijado en otra niña.

 

BUEN CAMINO, PEREGRINO, de Silvia Espina.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida y eso es alarmante porque es el primero que nos apura para desayunar y salir temprano al Camino.

Él fue nuestro mentor durante la organización del viaje: eligió la ruta, los albergues, coordinó los días, los horarios y planificó hasta el último detalle para llegar a Santiago el 25 de junio.

Ayer lo dejamos en una placita de Arzúa, luego de disfrutar de un buen queso y unos vasos de vino.

Cuando nos dispusimos a buscarlo, apareció, feliz, anunciando que se quedaba allí: había conocido al amor de su vida.

Una galeguiña le ganó el pulso al Apóstol.

 

DESPEDIDA, de Margarita Rut Clemente.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida. Se cobija en su caparazón de tortuga, intentando que la atmósfera no la asfixie, no la aplaste. Su hijo se fue para no volver, con una despedida desapegada y fría como los casquetes polares. Se llevó su breve existencia en maletas, cajas, bolsas y en cualquier rincón del coche que vino a recogerlo y llevarlo a donde volaban sus sueños. Desconocía que era para no volver jamás. Hace doce años que Olalla perdió su alma y a ella misma. Sigue como tortuga, respirando en su jardín, añorando ese hogar con hijo y nietos nacidos, que no vendrán.

 

DICE UNA LEYENDA, de Fina Martínez Lozoya.

Hace doce horas que Olalla no da señales de vida y es que la hija del marqués,

luce por los jardines como un primor su lozanía, cuchicheando con las criadas,

aún sabiendo que a su padre le molestaría, pero Olalla es desobediente e impulsiva.

En su alcoba inventa historias de amor con su pluma adolescente y atrevidas letras.

En las noches de luna llena deja la puerta abierta, en espera de que alguna vez alguno de sus sueños se cumpliría.

Sus desvelos dieron fruto después de que un joven apuesto escuchara los comentarios de las criadas y burlando las reglas aristocráticas, sedujo a la joven

en una noche alocada, siendo desde entonces el amor oculto de la muchacha.

 

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