News

05 MAY

RELATOS XV QUINCENA DEL CONCURSO ALI I TRUC

Estos son los 14 relatos de la quincena 15 del concurso de micro, que empiezan con la frase «Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí» de la novela 'La biblioteca de fuego' de María Zaragoza, ganadora del Premio Azorín de Novela 2022.

A continuación, en orden alfabético a partir del primer relato que nos llegó, os ofrecemos los microcuentos que participan en la décimoquinta quincena de nuestro concurso. Os recordamos que eran relatos que debían comenzar con la primera frase del libro La biblioteca de fuego de María Zaragoza.

Podéis votar  hasta el domingo 8 de mayo a las 20:00 enviando a la dirección de correo david@aliitruc.es vuestros tres relatos favoritos con 3, 2 y 1 puntos.

 

ROJO PASIÓN

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí, junto a los zapatos de tacón y la barra de labios rojo pasión.

Rojo, como el dolor que aún me causaba tu recuerdo, tan rojo como el desconsuelo que dejaste sembrado.

Sí, nos odiaba la muerte cuando nos besábamos, porque detestaba vernos felices, y nos visitó una tarde de primavera desnuda de sol. Me abandonaste a la deriva, marinero náufrago en mares de papel, bajo el gris de las nubes de marzo.

Y solo quedó el vestido, un enjambre de caricias que ya son transparentes y el regusto amargo de tu nombre tatuado en mi alma, roja por tu amor.

 

TALISMÁN

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí. Cuando lo vi, mi sonrisa de satisfacción fue inmensa: ¡Mi talismán! ¡Mi vestido de relatista! ¡Ahora sí que escribiría buenos microrrelatos! Podría encontrar mis cien palabras, más las de la frase inicial, sin ningún problema. Las haría encajar a la perfección, y si tuviera que encoger el texto para que se ajustara a las normas, lo haría sin titubeos ni vacilaciones. El vestido rojo era lo que necesitaba, mi talismán de la suerte. Ahora que lo he recuperado, solo me queda encontrar un buen tema y redactar de manera impecable el planteamiento, el nudo y el desenlace.

 

VELETA

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí, entre los cascotes y los cristales rotos del suelo, junto a un caballo de cartón descabezado, la cama volcada y una muñeca sin brazos. Desde mi semiderruida atalaya veo siempre ese rincón que se quedó sin pared tras el último bombardeo. Como cada día, siento el deseo imposible de que mis alas de forja me permitieran volar para poder huir de esta realidad.

Pero jamás volaré. Cuando cambia el viento puedo ver la destrucción del otro lado y, de pasada, un campo yermo lleno de chatarra bélica y tumbas con cruces. Ojalá lloviera, les nacerían flores y yo tendría lágrimas.

 

VESTIDO ROJO

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí en el armario; no pude estrenarlo; era para aquella presentación tan importante; ¡mi corazón se rompió en aquellos instantes!

Soñé que paseaba, pero todo era distinto, la gente vestía ropa antigua; mi forma de vestir no pegaba, creí que me miraban con extrañeza, pero me ignoraban; entré al Parque; había un grupo de jovencitas haciéndose fotos y fue cuando la vi, tan joven y bella, ¡con ese vestido rojo!; ella sí podía verme, y me preguntó: «¿Te gusta mi vestido?, lo hice para ti y para tu libro». Desperté, y con ese mensaje de mi madre, pude presentar mi libro.

 

ANA KARENINA

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí, dentro del baúl en la buhardilla. Pensé vestir al antiguo maniquí de la boutique de mi abuela, que hacía años dormía en un rincón… Al ponerle el vestido me pareció que habría los ojos y sonreía, el vestido se ajustó a su esbelta figura.

En la pared colgaba un cuadro de León Tolstoi, ella fijó su mirada en él y creyó ser Ana Karenina y le reprochó a Tolstoi que le arrojase a las vías del tren: ¿Por qué no me dejaste con Vronsqui? ¡Qué feliz hubiese sido! Sonrojado Tolstoi le pidió perdón.

 

CIAO CARIÑO

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí, lo conservé por si algún día decidía regresar.

Lo que no estaba era el collar de diamantes que también le regalé.

Me dejó el vestido colgado en el armario y se largó con el collar.

 

CON LABIOS ROJOS

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí y, al verlo, vuelve a sentir la misma rabia de entonces, de cuando su padre la obligaba a ponérselo y se encerraba con ella en la habitación. A él, con 10 años, lo dejaban fuera. El niño ponía la música a tope; no quería oír, pero aun así, oía… Hasta que no lo pudo soportar.

Hoy ha vuelto a casa después de casi tres años de reformatorio. Mira a su madre sonriente, guapa, con los labios rojos de carmín. Y de golpe siente que la rabia se le diluye. ¡Ya nunca más se los tendrá que pintar con mercromina!

 

EL VESTIDO ROJO

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí, el que nunca te pusiste.

Escribí nuestra historia para introducirme en el relato imaginando que aún seguías aquí.

Convertí pensamientos en palabras y plasmé en cada frase mi dolor, no podía soportarlo y lo rompí.

Ahora escribo un nuevo relato dibujando con palabras un jardín en el que tú estás en el centro.

En este marco literario, donde te traigo de nuevo a la vida, me quiero quedar.

Esta noche repasaré nuestra historia con un cóctel de barbitúricos, y cuando aparezcas, con el vestido rojo puesto, te agarraré tan fuerte de la mano que ya nadie nos podrá separar.

 

HACER CASO A LOS QUE SABEN

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí; lo había comprado para una mujer que ya no figuraba en su vida y allí quedó.

Era un modelo clásico muy bello, hasta parecía un diseño reciente. Por eso Juan no dudó, le daría una sorpresa a su novia Aitana, que soñaba con estrenar un vestido nuevo desde que la invitó a la fiesta en el club de la universidad.

Esa noche iba a regalárselo, pero antes de salir decidió descansar un rato, había trabajado duro todo el día.

Evidentemente, como dicen los que saben, es peligroso fumar en la cama; sólo quedaron las cenizas del vestido y de Juan.

 

¿HASTA CUÁNDO?

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí, pero ella no se lo quería poner. Fue el mismo que lucía cuando paseando por el puerto, conoció a aquel marinero. Su barco había atracado por unos días durante los cuales hicieron una buena amistad. Hasta que llegó el momento de volver a embarcar. Al despedirse, él le dijo: me gusta mucho tu vestido rojo, quiero volver a verte con el cuando vuelva. Ella le prometió guardarlo y no ponérselo hasta tu regreso. Y cumplía su promesa.

 

HAUTE COUTURE

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí

Nadie se percataba, su existencia pasaba desapercibida

Para los miles de transeúntes que miraban indiferentes el escaparate.

 

Prêt-à-porter se lleva ahora, dicen Armani, Versace o Valentino

Ya no se estila diseñar a medida para clientes exclusivos

¿Un atelier en pleno Montmartre? Eso suena a disparate.

 

Qué épocas cuando presentábamos 50 diseños originales

Abrigos, vestidos, jeans con lentejuelas ¿te acuerdas?

Por no hablar de lencería, zapatos y chaquetas brillantes.

 

No quites el vestido rojo, que siga ignorado entre los oropeles

Ante tantos ojos ciegos solo yo recordaré emocionado que, con él,

Un día salí triunfante de las pasarelas Gaudí y Cibeles.

 

ILUSIONES TRUNCADAS

Casi tres años después el vestido rojo aún seguía allí; en el escaparate de Confecciones Conchita.

Lo miraba cada mañana de camino al trabajo. Ella lo quería, sí, lo deseaba.

Dos semanas más de trabajo y sería suyo. Su gran ilusión, vestido rojo de lino para lucirlo en las fiestas de su pueblo, haciendo honor a los cultivos que daban de comer a la mayoría de la población.

Solo faltaban dos días para conseguirlo; cuando el estallido de la guerra hizo que toda la población huyera, cerrando comercios y fábricas.

Acabada el conflicto; muchos no volvieron.... Algunos edificios seguían intactos y el vestido rojo también, pero... ahora pertenece al pasado.

 

LA NOVIA DE ROJO

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí, pruébatelo si te gusta es tuyo.

Ella se iba a casar y quería un vestido rojo ¡el color del amor!

La boda se celebró en la playa con la puesta de sol. Suni estaba preciosa con su vestido rojo como el cielo de la tarde. Las mangas abullonadas y la cintura entallada, en las enaguas llevaba esperanzas y presentes y en el pelo una tiara con azucenas blancas ¡Qué bonita va la novia, parece una sirena! Que quiere bailar un vals al compás de las olas. Los novios se besan y la luna en el cenit se ha puesto roja.

 

LADY IN RED

Casi tres años después, el vestido rojo aún seguía allí y cada tanto, en noches especiales, lo colgaba bajo la lámpara del cuarto y el reflejo fascinante daba a sus pensamientos un espacio íntimo.

Se arriesgaba a que su padre, el coronel, descubriera la pasión por ese atrevido vestido. El coronel, siempre fue muy estricto con las apariencias y el qué dirán de la gente.

Lentamente se vistió frente al espejo, calzó las largas medias de red negras, los zapatos de tacón y comenzó a maquillarse.

Cuando bajó por las escaleras entrando en el comedor, magníficamente adornado para esa navidad, su padre, el coronel, dijo:

‒¡Hijo, ya era hora…

return