Pablo Carbonell es sin duda un personaje que no hay que perderse, ni en su faceta como showman, humorista ni novelista. Aquí os presentamos El nombre de los tontos está escrito en todas partes, con la editorial Contraluz.
Por otro lado, la imprescindible Austral nos trae la campaña Felices 20 y malditos 30, con títulos como Querido Scott, querida Zelda, Por quién doblan las campanas, o Señora Dalloway de Virginia Wolf. En ésta, su cuarta novela, relata un día en la vida de Clarissa Dalloway recorriendo los temas propios de Wolf: el feminismo, la locura, etc. Dicen los expertos que podría ser una respuesta al Ulyses de Joyce, obra que se negó a publicar la propia autora. Un clásico de la literatura que acaba de editar Austral en una preciosa edición..
Santi Balmes, el lider de la banda Love of Lesbien, regresa a las letras impresas con Bajaré de la Luna en tirolina, disponible en castellano (Ed. Planeta) y en valenciano (Baixaré de la Lluna en tirolina, con Principal de los libros).
La historiadora y divulgadora Mary Beard nos regala Doce Césares, un fantástico retrato de algunos de los emperadores más destacados de la época imperial romana.
Además, Inma Chacón, que fue finalista del Premio Planeta con Tiempo de arena, nos trae Los silencios de Hugo, una historia que transcurre desde los tiempos de la transición hasta 1996, retratando una historia familiar y de empatía con el marco de aquella España que se modernizó, con sus luces y sus sombras en aquellas dos décadas.
También vamos a mencionar estrenos que nos entran estos días como Comer juntos, de Jamie Oliver o la tremenda variedad de cómics de Márvel de los que disponemos en Ali i Truc, sin olvidar Queridos camaradas de Javier Reverte, la que podría ser su obra póstuma. Unos días antes de realizar su último viaje sin retorno, Reverte falleció el 31 de octubre de 2020, escribió esta suerte de memorias donde rememora sus años de corresponsal y de viajero infatigable. En palabras del propio Reverte:
"Volvía a mirarlo todo con los ojos del niño y sentía que llenaba la vida con 'el sentido infantil del juego', como pedía John Dos Passos. Percibía que mi existencia estaba siendo trazada por lo que anhele cuando era un crío que soñaba con aventuras, al tiempo que alentaba la conciencia de que, si me inclinaba hacia otra manera de ser, en la vejez lo lamentaría. Quería que el pequeño Javier se sintiera orgulloso del anciano Reverte."
